Siete temporadas en seis teatros diferentes. Un colectivo de fans apasionados que incluye a personas que vieron la obra más de noventa veces. Varios conciertos en los que se unieron el elenco argentino con el estadounidense. Un reciente estreno en España y el reestreno de la versión local hace apenas unos días a sala llena. Todo un fenómeno llamado Casi Normales: musical que cuenta la historia de una familia que lucha por ser “normal”, en medio de enfermedades, amores, dolores, terapias y una pizca de esperanza. Está compuesta por Diana, una madre bipolar que se enfrenta contra pastillas y los psiquiatras. Dan, su abnegado marido que necesita que siempre esté “todo bien”. Natalie, la hija “invisible” que trata de ser perfecta y Gabriel, el hijo que quiere quedarse. Junto a ellos aparecen los doctores Madden/Fine y el enamorado de Natalie, Henry.
Esta obra, que ya resulta de culto, posee determinados elementos que la vuelven destacable. Primero, el texto. Escrita por Brian Yorkey, encargado también de las letras, quien supo crear una historia en la que la adversidad pone en jaque a toda una familia, llevándola hasta el fondo del dolor para poder después resurgir y ver la luz en la oscuridad. La pieza es un encadenamiento de canciones, segundo elemento, compuestas por Tom Kitt, que trasmiten cada una de las sensaciones y los pensamientos que tienen los personajes. Se demuestra así la verdadera esencia de los musicales: “cuando las palabras no son lo suficientemente fuertes para un personaje, se transforman en canciones”, tal como lo menciona Pablo Gorlero, periodista especializado en musicales. Estas sacuden tanto a los personajes como a los espectadores, quienes se identifican y se compadecen con aquellos. Las canciones son el motor de la obra y las que la reivindican. La dirección musical es del talentoso Hernán Matorra, quien está acompañado por una banda en vivo.
El tercer elemento es la dirección. El reconocido Luis “Indio” Romero es quien guía a los intérpretes a lo largo de la historia, posibilitando así que cada uno se luzca. Logró encontrarle distintos matices y tonos y que cada personaje hiciera su propio recorrido durante todo el transcurso de la obra. Y así como un buen director sabe cómo manejar el timón, se necesita de un sólido elenco para llevar a cabo la travesía. Como en el caso de los actores que interpretan Casi Normales, cuarto elemento. A pesar de los cambios en esta última temporada, se puede observar la confianza y la entrega de aquellos sobre el escenario. Empezando por Laura Conforte, quien compone de manera sobresaliente a Diana, creando ovaciones en el público. Junto con Martín Ruiz, preciso y meticuloso con su Dan, conforman una pareja entrañable que trasmiten amor verdadero. Mariano Chiesa como Dr. Madden/Fine demuestra una vez más su versatilidad y seguridad a la hora de actuar. Manuela Del Campo, con un gran caudal de voz, y su Natalie generan empatía y dulzura en los espectadores. Franco Masini, la reciente incorporación, expresa disfrute y juego con su “vago, colgado y a veces un poco drogón” Henry. Y por último, Fernando Dente en su nuevo rol (antes interpretado por Matías Mayer) sorprende al mostrar tanta seguridad como si hubiese encarnado siempre al hijo que no se quiere ir. Le dio su mirada y así logró componer su propio Gabriel. La escenografía, quinto elemento, que nos introduce en la casa de la familia, es práctica y ayuda a involucrarnos con los personajes Casi Normales es ese fenómeno “violeta” (color que, entre otras acepciones, representa lo ambivalente) que tiñe a cada persona que se adentra en la sala del Astral para ser tomada de la mano y dejarse llevar por una montaña rusa de emociones en donde lo que no importa es ser “normal” sino ser “casi normal”.
Candelaria Monzón Foto: Aníbal Vecchio (La nación)