Un perro tibetano rojo de Victoria Taborelli muestra el retrato de una familia disfuncional que lucha por superar la muerte de un ser querido. Ya desde el vamos aparece el fantasma del padre (Gabriel Galindez), que se suicidó en 2001 y acecha constantemente a la madre y los dos hermanos, Francisco y Josefina. Él es como cualquiera se imaginaría a un loco suicida llevado hasta el punto de la exageración. No se sabe cómo habrá sido en vida pero muerto es todo menos un buen padre. Facundo Bein encarna a Francisco, un muchacho muy particular que analiza estudios y datos con respecto a los suicidios en torno a las crisis y la incidencia en los hijos. A pesar de que se escuda en la ciencia, es el más transparente, el que más muestra su dolor y duelo ante los demás. Josefina (María Eugenia Insua), por ejemplo, intenta sentirse menos perturbada con la compañía de su novio (Jesús Catalino Gómez), un outsider algo snob con aspiraciones de cineasta. La madre (Andy Vertone) también tiene a alguien para llevar el día a día, el greco (Gustavo Sosa): un hombre sencillo que ve un negocio en los perros tibetanos rojos y termina trayéndose un par de China para criarlos y venderlos. Si bien él representa una alternativa para salir adelante psicológica y económicamente, se ve ridiculizado por los hijos de Hebe, quien falla constantemente en su papel de ejemplo para los chicos.
El encuentro entre personajes tan disímiles e incomunicados da lugar a una cena caótica. Caótica en cuanto a la violencia verbal y a la superposición de sonidos organizada por Fernando Aldao. El vestuario y la escenografía posmodernos de Cinthia Chomski que están en sincronía con el diseño gráficode Sabrina Segura.
Todos los actores contribuyen en gran medida a lo desopilante de la obra, menos Galindez pero en su caso él debe incomodar más que dar risa. La obra, que nos demuestra que la fatalidad del destino está a la orden del día no solo en el padre, sino también en los hijos, ganó el ciclo Incierto de 2017. Un perro tibetano rojo nos hace pensar con esta maravillosa puesta que nada es lo que parece. Espectaculares actuaciones y ambientación, muy recomendable.